Luego de un derrumbe, el minero Vidal Acuña se queda aislado en el mismo socavón en el que se encuentra el altar dedicado al "Tío". Desde ese lugar escucha que sus compañeros del otro lado de una muralla de piedras trabajan, él piensa que para abrir un boquete y escapar de posibles nuevos derrumbes en el interior de la mina. Pero lo cierto es que sus compañeros parecen estar haciendo la tarea de todos los días perforar, sacar el mineral, hacer chistes, burlarse del ausente, reirse a carcajadas. Vidal Acuña sueña o quizá alucina con su mujer María Quillahuasi a quien no ve desde hace tiempo, no sabe cuánto con certeza. Finalmente de entre las piedras del derrumbe Vidal ve aparecer una extraña comparsa carnavalera que desea contactarse con él.